#10 Lo reconozco: yo tengo 3 Millones
Soy José Mira, abogado, y te doy la bienvenida a este espacio llamado Cosas de Derecho donde comparto mi visión de las cosas que considero de interés.
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Quién iba a decir que iríamos ya por la Edición 10 de Cosas de Derecho con unas estadísticas francamente buenas, desde mi opinión, a la vista de las cosas de las que hablo.
Y más, especialmente, porque no soy mediático, aunque sí conocido por mis famosas cuentas atrás. Unas cuentas atrás que generan opiniones contrapuestas. He de reconocer que no he recibido (todavía) ningún patrocinador para patrocinarlas, pero estoy abierto a posibilidades.
Centrándonos en el tema de hoy que salta a colación de unas declaraciones en un programa de televisión en el que mucha gente tiene 3 millones de euros. Si algún día me invitan a La Resistencia, ante la pregunta de Broncano, declararé públicamente (más públicamente que ahora) que tengo 3 Millones. De hecho esas declaraciones venían a decir que muchos jueces, abogados o médicos tenían ese patrimonio.
Seamos serios. No creo que haya muchos abogados con ese patrimonio, o por lo menos, yo no los conozco. Tampoco creo que sea una tónica habitual que alguien se mueva en esas cantidades de patrimonio.
De hecho, en lo que ala abogacía se refiere, existen bastantes compañeros y compañeras que no consiguen ganar un sueldo digno en la actividad. Y más cuando, entre otras cosas, un procedimiento judicial (entiendo que es la consulta más recurrente para los clientes de a pie) puede tardar años en resolverse y solemos diferir el pago en distintos momentos, por lo que esta extrema duración reduce la rentabilidad.
El principal problema también es que entre los mismos letrados tendemos a infravalorar nuestro trabajo. Me explico, en muchas ocasiones tengo ciertas dudas a la hora de determinar el precio de un asunto, porque se conjugan varias cuestiones: la primera de ellas el típico miedo de pasar un precio elevado y que el cliente se eche para atrás.
También tenemos ciertas experiencias vitales en la profesión que nos ha ocurrido Recuerdo un asunto judicial complejo desde el punto de vista mercantil, que se tardó en resolver años con recursos, juicios… cuestiones extrajudiciales relacionadas con las judiciales… Y llega el momento de pasar la “dolorosa” como la llaman algunos. Echas cuenta del trabajo que efectivamente has desarrollado que, dada la evolución del asunto, ha sufrido variaciones, sacas el precio y le pasas la factura al cliente. Y tu, pensando que puede que genere algún tipo de duda, te sorprenda con una frase de “¿sólo? Sinceramente me esperaba más”.
Y de esto, el único responsable soy yo. No porque quiera cobrar más al cliente, sino que el cliente ha valorado más mi trabajo que yo mismo. Y ahí tenemos un problema. Personalmente no responsabilizo a nadie, porque en otras ocasiones, el propio cliente es el que pone precio a tu trabajo, y ahí hay otro problema. Por suerte también debo decir que son los menos, pero se pasa mal. Por eso es mejor detectar ese tipo de clientes y alejarse de ellos.
Volviendo a la infravaloración es provocada por nosotros mismos precisamente porque tenemos los conocimientos necesarios para hacer algo que el cliente no sabe ni puede; y como lo vemos sencillo, ponemos un precio bajo. Pero lo relevante en este caso no es lo sencillo o no del trabajo, sino de la responsabilidad que asumimos en caso de que algo vaya mal. Ese es uno de los elementos del precio importante y que tendemos a descuidar. No es lo mismo que se nos pase un plazo, poniendo un ejemplo extremo, de un monitorio de 300€ que de un monitorio de 400.000€. Al final el esfuerzo es el mismo, pero la responsabilidad no. Incluso puede ocupar los mismos folios. Lo mismo ocurre cuado debemos asesorar a un cliente en una compraventa de participaciones sociales por valor de 5000€ que por valor de 300.000€. Si algo lo pasamos por alto las consecuencias son radicalmente distintas.
Somos (o por lo menos en mi caso) mi peor enemigo y pese a que voy sumando años de experiencia me siguen generando dudas importantes la fase de la cuantificación de mis honorarios por mi trabajo. Un trabajo que también depende de lo técnico o especializado que sea.
Y lo peor que hacemos también es, en muchas ocasiones, valorar el precio que ponen a su trabajo otros letrados. Entiendo que en un marco de libre fijación de precios, no podemos quejarnos de si un compañero o compañera cobra más que nosotros por hacer lo mismo. Él ha decidido valorar más su trabajo. Pero no debemos criticar el precio que fije, cuando el cliente lo ha decidido aceptar.
En fin, hasta que mi reflexión de hoy. Os dejo que tengo que gestionar mis 3 millones.
Gracias por leerme. Y nos vemos en la próxima.